martes, 21 de junio de 2011

miércoles, 15 de junio de 2011

Pasen a ver el circo - Por Soledad Santander


Buenas tardes, pasen señoras y señores. Bienvenidos al circo más original y creativo, el circo más mágico y callejero. Aquel que los sorprenderá en el lugar menos esperado, aquel que dará vida al niño que llevan dentro y los hará despanzar de risa. Les presento a Guillermina Farías Wagner y Juan Manuel Domínguez, juntos crearon hace cinco años Circo Zeta, grupo que fusiona el circo con teatro, clown y danza. Señoras y señores, de aquí en adelante, todo corre por cuenta de su propia imaginación. Aclaración importante: 3 AM no se hará responsable si les surgen enormes ganas de salir corriendo a buscarlos.

Una disciplina diferente y abarcadora, un espectáculo para chicos y grandes. “El circo puede ser bizarro, familiar u obsceno y tiene que haber una destreza. El circo es peligro y riesgo, es ponerse en evidencia ante el público con la posibilidad de fallar constantemente”, describió Guillermina Farías Wagner, una de las responsables de llevar adelante este proyecto.

Los escenarios abiertos son la especialidad de Circo Zeta, lugares que facilitan la participación del público al que ellos aman. La actriz y malabarista destacó la posibilidad de llegar a cualquier persona sin que tenga que asistir a una sala, además de los acontecimientos inesperados que suceden alrededor, imposibles de controlar. Por otra parte, Guillermina enumeró aquello que no facilita la labor en los espacios abiertos: “Hay que mantener atento al público porque sino sigue su camino. También hay regalos que a veces no son tan bienvenidos, como la policía, la falta de permisos para trabajar en la calle, la consideración de que el arte callejero no es un trabajo o los participantes que boicotean el espectáculo”.

Circo Zeta nació y creció en Córdoba pero ha rodado también por España, Italia y Grecia. De allí, la inolvidable experiencia en el exterior, donde estos jóvenes rescataron, entre otras cosas, la posibilidad de presenciar festivales de teatro de calle, con pueblos enteros tomados por artistas. “Tenemos el privilegio –destacó la bailarina y acróbata– de poder trabajar en cualquier parte del mundo, con una valija y un amplificador mostramos nuestro arte a cualquiera que pase y tenga ganas de mirar”.

Vo Poné Play, Mi Clonazepam, Alimañas y Truculentos son las cuatro obras producidas por Circo Zeta y con las cuales viajan por salas independientes, plazas y calles del mundo. A ellas se suma la organización, junto a otros grupos, del festival Circo en Escena, que ya lleva cuatro años en su haber. Truculentos es un espectáculo bien callejero “hecho desde y para la calle”, sólo basta un espacio amplio para disfrutar de los distintos números de acrobacia, malabares y clown que lo componen. Partidos de tenis insólitos, un escupe-fuego frustrado y un elefante rebelde, hacen que el show sea único. Gloria y Juanchi di Garkio son los personajes que se divierten en el escenario y logran la complicidad y participación del público. La química entre los artistas dice presente en Truculentos, haciendo disfrutar a los espectadores. “Que se diviertan, que se animen, que participen como niños, que tomemos la calle y los espacios públicos porque son de todos, que rescatemos la magia de encontrar un espectáculo y unirnos en una risa”, anheló la artista.

¿Cómo hacen? ¿De dónde surgen? ¿Cómo se les ocurren semejantes ideas? ¿Cómo logran esa creatividad? Según explicó la actriz, es un proceso que comienza en la calle, en las cosas que escuchan, las imágenes que ven y las situaciones que les tocan vivir. “En lo personal, surge de la naturaleza que rodea mi hogar y de las contradicciones que vivimos como seres humanos en nuestra relación con el mundo: comemos animales, contaminamos el plantea, peleamos, consumimos violencia y estamos dentro de un sistema que nos genera contradicciones difíciles de superar”, concluyó Guillermina.

Dónde encontrar a Circo Zeta

Alimañas: Sábados 20 y 27 de noviembre a las 22 hs en Oniria, Villa Allende. (Más info en la Agenda).

Truculentos: Durante enero en el anfiteatro de Río Ceballos con entrada a la gorra.

Sitio web: www.circozeta.com

martes, 14 de junio de 2011

martes, 11 de enero de 2011

SOMOS LINDOS, SOMOS TRANS

Por Daniel Ceballos


Cuando surgió la posibilidad de hacer esta nota, casi como de casualidad, cuando pasaba por el espacio cultural Bordes, pensaba en hablar, como hago siempre, sobre una expresión cultural determinada. En este caso un festival de cine y fotografía sobre la comunidad trans, justo en el marco de la Marcha del Orgullo Gay en Córdoba. Pero surgió un personaje más que interesante, y el diálogo con él fue tan rico y emotivo, que decidí que se merecía un espacio más que importante para contar su historia en nuestra revista.

El personaje de esta nota se llama Stef y para ser sincero fue muy difícil hacerle una entrevista, ya que él habla muy poco español, yo menos francés, y para identificar de donde era tuvimos que estar hablando un rato bien largo. Stef tiene nacionalidad belga, así lo dice su documento y pasaporte, aunque nació en Portugal, y hace poco menos de un año que está en Latinoamérica, y precisamente en Argentina, donde su hijo vino a estudiar. Para serles totalmente sincero, nunca esperé que en medio de su relato de vida, estuviera incluida la palabra hijo. Stef no es particularmente un estereotipo de padre de familia cincuentón, sino que más bien, todo lo contrario. Colorado de rasgos femeninos, voz suave, con pantalones ajustados y chaleco, y a diferencia de como acostumbran a verse los chicos trans, bien producidos hasta el mínimo detalle, Stef es particularmente desaliñado. Lo más sorprendente de todo, era la mirada, llena de orgullo.

Stef es una de esas personas que no se conforman con poco, y ven lo utópico como una palabra más del diccionario a la que no hay que prestarle mucha atención. Uno de esos eternos militantes. En Bélgica, cuando era chico, Stef comenzó a luchar por los derechos de las mujeres en poder decidir sobre su propio cuerpo, así poder lograr la legalidad del aborto en el país. Con el tiempo, se enfocó en aquellos chicos que sienten que nacieron en el cuerpo que no les correspondía, y que no fueron destinados para ellos. Su militancia se basaba más que todo en países europeos que consideraban a la homosexualidad como una enfermedad digna de ser tratada en centros psiquiátricos. El tiempo y las circunstancias lo trajeron a nuestro continente, y trajo con él material sobre la comunidad transexual europea, enfocado básicamente en las expresiones artísticas. En la muestra que creó y dirige, tiene películas, cortos cinematográficos, fotografía y artes plásticas sobre la identidad de los chicos trans. Stef remarca constantemente la palabra identidad, derecho que recién en nuestro país está tomando forma y que tanto trabajo nos cuesta todavía, sin poder devolverles la identidad a cientos de niños expropiados en épocas de dictadura. De todas maneras Stef milita exclusivamente por la identidad transexual, que según su juicio, por más que se ven avances, todavía falta mucho por hacer desde lo político y lo social.

En cuanto al contenido de la muestra, se presentaron dos películas: “La revolución del deseo” de Alessando d’Avellis, que trata sobre la comunidad trans, el feminismo y el movimiento de liberación de la mujer. La otra película, “El orden de las palabras”, es más que todo documental, desde la parte militante de los trans y el activismo continuo sobre los derechos y la discriminación en Europa, y la historia personal de varios chicos. También forma parte del material: cortos independientes que Stef fue reclutando de varios rincones del mundo como Bélgica, Francia, Portugal, Estados Unidos y Chile entre otros, así también muestras fotográficas de esta temática.

De todas maneras, Stef en cada ciudad donde lleva su muestra, le pone la impronta de la cultura autóctona del lugar donde está; mostrando la performance de los chicos trans de cada zona, como por ejemplo bandas de música, actores, entre otros.

En Córdoba precisamente este festival no fue un éxito, la gente no acudió como esperaba Stef, pero reconoce que también hubo poca publicidad. Pero por lo contrario, en Buenos Aires la audiencia fue masiva y mucho más de lo que él esperaba. Al festival lo realizó en el Club cultural CasaBrandon. En diciembre llevará su trabajo a La Plata y en enero cruza La Cordillera hasta Santiago de Chile.

Tiempo de silencio, se apagan las luces, desde su notebook, Stef está por pasar un corto.

Un activista de la conciencia


Por Soledad Santander

No hace falta presentación pero para los despistados, él es Raly Barrionuevo, nacido en Frías y adoptado por Córdoba. En 1990, llegó a “la Docta” y hace tiempo decidió clavar el ancla en Unquillo. “Era el lugar indicado para vivir porque se afincaban muchos artistas y había un clima especial. Unquillo es un muy buen lugar para llegar, para volver y para estar tranquilo”, explicó Raly acerca de su elección.

De chiquito, el santiagueño inició su carrera con presentaciones en la escuela y en peñas. Pero, ¿qué hubiese sido de este artista si no se criaba rodeado de chacareras, bombos y guitarras? Ni él se lo imagina porque los sonidos, ritmos y melodías lo motivaron desde pequeño. Así lo analizó entre risas: “Después de la música, el deporte es lo que más me apasiona. A la vez, en todos los que practico soy mediocre, entonces no me hubiese ido bien”.

Sin duda, Raly está en su salsa. Salsa que tiene condimentos que lo hacen un músico único. Comprometido con las injusticias y necesidades sociales, el compositor milita en el Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero (MO.CA.SE) y participa en la Universidad Trashumante y en las movidas anti-mineras. “No puedo avalar nada hasta que este gobierno saque a las patadas a las mineras y deje de hacer negocios con la Barrick Gold. Me da asco Macri, me dan asco todos, me dan asco los negociados con las empresas”, disparó quien formara parte de La Juntada, con Peteco Carabajal y el Dúo Coplanacu. El santiagueño sostuvo que prefiere mantenerse al margen de todos los gobiernos para tener la opción de marcar lo que no está bien. En ese sentido, Raly expresó su opinión respecto a los festejos por los 200 años de la Revolución: “Esta movida tan porteña del Bicentenario me da urticaria, sin ánimo de tirar mala onda a la cultura porteña porque la adoro”. Y agregó: “Hacen la fiesta del 9 de julio, con toda una movida de Buenos Aires en Tucumán, donde no tocó ningún músico de esa provincia, salvo La Bomba Tucumana. Cada vez que me hablaron, dije que no. Preferí estar el 25 de mayo en Andalgalá tocando en la plaza para la Asamblea del Algarrobo”.

La generación del “no te metas” le es ajena, a pesar de haber nacido en la década del ’70. Participación, debate y solidaridad son algunas de las palabras que caracterizan a este artista. “Mi construcción es ir a los lugares para conocer lo que realmente pasa”, aseguró Raly que se abre camino fusionando folclore y compromiso social.

PUÑO Y LETRA


Me solicitaron que escribiera yo mismo una especie de nota para la revista, entonces pensé: “¿qué puedo escribir? ¿explicar el origen de la imágenes? ¿explicar el significado que les otorgo? ¿mis intenciones al pintar? ¿para quién pinto? ¿con qué estilo me siento identificado? ¿las influencias?”

Vayamos por partes:

El origen de las imágenes no es uno solo, pueden ser otras pinturas, una novela, cuento o poesía, un video, una circunstancia, una película, una mancha en el piso, un pensamiento, una vivencia, internet, un sueño, una mirada, o muchas cosas más. Cualquiera de estas fuentes pueden producir en mí algo así como un flash mental: la pintura aparece casi lista en mi mente, a veces completa y a veces por partes.

Luego viene el verdadero trabajo: darle un sentido y una organización efectiva, eliminar lo que sobra, poner lo que falta, pensar qué significa lo que está puesto y cómo dicho significado cambia si coloco otra cosa, y así. Casi siempre construyo mentalmente el cuadro y hago pruebas, “experimentos”. Eso significa dibujos y más dibujos, consultar libros, a veces collages en papel, Photoshop o Illustrator, calcar, escanear, ampliar, reducir, subir, bajar, probar, hasta que todo parezca estar ajustado y en su justo lugar. Nunca improviso nada, todo está donde debe estar. Improvisar sirve para divertirse, pero para mí pintar no es ninguna diversión, es un trabajo que me tomo con una seriedad despótica.

Con respecto al significado, yo les encuentro uno o varios, pero me los reservo porque pienso que la imagen es más ambigua que la palabra. Ése es su poder y su miseria: no puede afirmar una verdad o falsedad, no tiene nada que ver con afirmar o negar nada, ni demostrar tal o cual idea. La imagen muestra, no demuestra. Por lo tanto, dejo mis pinturas simplemente presentes y que cada uno invente su propia historia. Es sorprendente cómo el público a menudo encuentra sentidos que no estaban planeados y así construye su propio cuadro.

Así entramos en el tema del público y si pinto para alguien o no. La respuesta es NO. No pinto “para” nadie, ni siquiera para mí. No hay un “para”, una intención que una la actividad con una persona en particular. Cuando pinto, lo que menos tengo en cuenta es un público.

Pinto por dos razones: porque únicamente cuando pinto estoy vivo (el resto del tiempo vivo como una especie de zombie) y para sacarme las pinturas de encima, para que dejen de aparecer una y otra vez. En ese sentido, pintar es una especie de exorcismo que permite decir adiós a algunos fantasmas que van quedando en el camino. Pintar es buscar la redención.

En cuanto al estilo, no estoy tan seguro de tener uno, quizás lo tenga pero no sé cuál es. Por ejemplo, mucha gente piensa que mis pinturas son “surrealistas” (en realidad es un mero cliché que permite designar cualquier pavada que parezca no respetar las “leyes” del supuesto mundo material de tres dimensiones perceptuales). No tengo nada que ver con el surrealismo, no tengo nada que ver con el “automatismo psíquico puro”, no creo que el inconsciente por sí mismo garantice la validez estética de una obra.

Influencias tengo millones, pero desde hace años me conmocionan los primitivos flamencos y los manuscritos iluminados, porque en ellos encuentro una construcción de la forma ajena al impulso momentáneo, pasajero, una construcción más objetiva e impersonal. Lo cual no quita que me apasionen Correggio o Macció.

Al respecto, debo mencionar que odio firmar los cuadros y siempre lo hago con una letra lo más fría posible y en un color apenas perceptible. Porque una vez que uno hace una pintura ya no pertenece a nadie y su valor, en realidad, no reside en quién la haya hecho –eso es un problema de mercado, historia o ego–. Una vez hecha, el valor de una pintura reside en qué nos despierta, qué nos hace ver, de qué nos hace darnos cuenta, si transforma y cómo nuestra visión del mundo.

Resumiendo: la verdad es que pinto porque soy adicto a los colores, mi droga preferida; pinto para ser feliz aunque sea unas horas; pinto para escapar del tiempo y el espacio, pinto para defenderme de la muerte; pinto para buscar la redención.

martes, 14 de diciembre de 2010

Fiesta flamenca para despedir el año


Un domingo diferente en el barrio céntrico Güemes, en donde el Espacio Cultural Bordes ubicado en la calle Marcelo T. de Alvear 837 a metros del conocido paseo de las pulgas, abrió las puertas al flamenco. Danza llegada desde España para expresarse con su cante, el toque y el baile.

Mariel Benavidez conocida como la Castaña, organizadora del evento denominado Noche de Romería Flamenca, en donde demostró deslumbrando a sala llena los 20 años de arte flamenco que ella enmarca como su vida y alma.

Entre aperitivos, tragos y música que ofrecía el lugar, los espectadores comenzaron a sentirse como en un viaje a otro país sin moverse de sus sillas. El sonido de una guitarra y el cajón peruano llevo a que se iniciara el evento, en el cual no importaba la noche fresca que se contemplaba a la ciudad de Córdoba.

Luego La Castaña hechizo con la danza y el fuego de sus alumnas al público presente, expresando que este baile es la representación viva del pueblo gitano.

Continuando con la fiesta “Sin decir una palabra, Dijo aquí estoy! con su cuerpo...”, estrofa del poeta Jorge Altamirano escrito para La Castaña, que describe el baile que lucio a puro zapateo en la noche de Romería flamenca.

Entre otras sorpresas, se presento el grupo de cajón Flamenco “Alhambra” que, acompañado por la voz de Roció Carbonel, expusieron al ritmo de la percusión su música y su cante al igual que el grupo “Lo bueno y lo malo”.

Baile que mezcla el tango, la rumba tradicional que representa los rasgos Andaluces del pueblo gitano, fue lo que hizo, que la fiesta flamenca se disfrutara como una noche amena llena de pasión y amistad para despedir un 2010 a muchas palmas y Ole!.