lunes, 29 de noviembre de 2010

Teatro


Ulularia Teatro

Muñecos, sombras, sonidos, actores y una historia que rescata los valores y los derechos humanos. Desde ese lugar Ulularia asume su propuesta teatral para niños y adultos.

Artífices indiscutibles de un teatro que se inscribe en una lógica diferente a lo suntuoso y con más de 10 años de trabajo sobre tablas, Ulularia Teatro habla de lo regional, de nuestras raíces y costumbres. Laura Gallo, Marcela Albrieu, Lucho Luján, Rodrigo Gagliardino y Lucía Miani, como artista invitada, realizan obras con un menú variado de temáticas que giran en torno a valores como la amistad, el amor, la identidad. Desde este lugar explotan al máximo puestas en escena de teatro para niños, “aunque también trabajamos teatro para adultos”, explica Laura una de las fundadoras del grupo. Y se apresura a decir que la primera obra que estrenaron en 1997 estaba dirigida a los más chiquitos. “En esa obra trabajamos dos temas importantes como el miedo y la socialización. Y después en Floripéndula se trató el tema de la cultura de la imagen”.

Lucho explica que en todas las obras trabajan el tópico que tiene que ver con la identidad. “Aquello que refleje nuestra sociedad, nuestra cultura, siempre es una impronta. Realizamos creaciones propias porque queremos reflejar quiénes somos, dónde estamos y reflexionar sobre eso”.

Basta echar una mirada al recorrido escénico de Ulularia para darse cuenta del compromiso social que asumen y exponen. En esa historia se conformaron como grupo que a la vez demandó de otros grupos, y así fue como se unieron al colectivo Señores niños al teatro. “Porque queremos que cada vez más niños y niñas accedan al teatro y pensamos que trabajar en forma colectiva puede ser más eficaz, y lo hacemos desde hace 10 años”. Otro colectivo del que forman parte es el de Payasos autoconvocados. “Surgió en el 2005 con la idea de trabajar para adultos haciendo un espectáculo de improvisación y de clown”, dice Lucho. Pero el trabajo de Ulularia es más amplio y excede los límites de la ciudad. Realizan una enriquecedora tarea junto con el movimiento campesino Apenoc. Viajan al campo, hacen funciones y dictan talleres para que los niños del interior puedan formar su elenco y su propia producción, con las temáticas que a ellos les aquejan y para recopilar las historias del lugar. Marcela sintetiza: “Trabajamos con la idea de grupo. Nos sumamos a los colectivos de trabajo para redoblar los esfuerzos. Y porque creemos en lo colectivo”.

El decir y sus modos

Para expresar en el escenario aquello que sienten, Ulularia trabaja por lo general dramaturgias colectivas. Aunque en algunas obras, como en Floripéndula lo hicieron a partir de un cuento de Ema Wolf. En ese caso Marcela aclara: “Cuando hemos tomado textos ajenos, hemos trabajado textos narrativos y construido el texto dramático”. Distinto es el caso de Suerte Grela, una obra para adolescentes y adultos que comenzó con una investigación que tenía que ver con lo folklórico, con la identidad nacional. “Y justo ocurrió la crisis del 2001 entonces terminó reflejando los conflictos sociales, sobre todo de la clase media”, recuerda Lucho. Se trata de una obra que se resignifica cada vez que se pone sobre las tablas, caracterizada ya como un símbolo del teatro por la identidad. A partir de la técnica del clown y del humor se ponen en evidencia temáticas candentes. Así lo explica Laura: “Tomamos el humor como un elemento de dispersión para abordar temas como el hambre y la desocupación, y también en el intento de trabajar un humor reflexivo”.

Muñecos en escena

En las obras de teatro para niños Ulularia incorpora muñecos. Por ejemplo, en Floripéndula hay un dragón, en Pica Pica un gato. La idea de incorporar un objeto en escena fue de común acuerdo y así lo explica Marcela: “Tuvimos la presencia de un muñeco en las primeras obras y después desarrollamos un poco más la técnica haciendo talleres. Y lo hemos podido plasmar más específicamente En burrito a la escuela”. “Siempre, de alguna forma, ha estado presente el objeto”, afirma Lucho. Y esto genera una duda, no son títeres y no son actores, a lo que Laura explica que “es teatro de muñecos dentro de la obra de actores, digamos que es teatro de muñecos”.

Un burrito en el exterior

En burrito a la escuela es una obra tierna que recoge el lenguaje del campo y lo refleja en un texto escénico que sintetiza los elementos folklóricos, y ese fue el gancho que la llevó hacia el exterior. Festivales de Chile primero y de España después, en ambos la obra fue “muy bien recibida a pesar de que teníamos un poco de miedo porque es muy regional”, dice Laura. El próximo desafío será Bolivia y para eso el grupo ya piensa en las valijas. “Es gente que difunde el teatro independiente”, aclaran y coinciden en que ser docentes les limita un poco las posibilidades de viaje, por el compromiso que tienen con las escuelas. “Es difícil conciliar el teatro con la docencia. Digamos que hasta el momento no hay políticas culturales que nos permitan o nos brinden las garantías de una continuidad en el trabajo teatral”, expresa Laura.

Trabajo conjunto

En signos escénicos como la música, la plástica, el vestuario y la escenografía, entre otros, Ulularia reconoce el trabajo de otras disciplinas que aportan al teatro. Rodrigo habla de un cruce de lenguajes y desde esta postura expresa: “Hay una gran parte que manejamos nosotros como la actuación y la dramaturgia, pero en la escenografía y otras áreas sumamos a los especialistas”. Y continúa: “No siempre se ha podido hacer este trabajo, de profundizar en cada especialidad, por un tema económico. Esas cuestiones son más limitadas pero asimismo, dentro de los recursos que manejamos, tratamos de abrir el juego”. “Reconocemos la especificidad de algunas disciplinas y nuestras limitaciones”, concluyó.

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